Según estudios realizados por
algunos geólogos, el terreno en que se halla enclavado este pueblo, fue a
principio de la época pliocena el amplio estuario de un río que vino a ser
invadido por el légamo margoso que hoy se ver consolidado y que más tarde, en
virtud de ligeras compresiones laterales de dirección E-O, sufrió la ligera
modificación de su relieve originario que hoy se observa.
Dicen algunos historiadores, que
en las proximidades de Trigueros debió asentarse la antiquísima ciudad de
«Conistorsis»; pero ello
no ha podido confirmase, pues si bien en algunas ocasiones se han encontrado
vestigios de épocas remotas, no son lo bastante para deducir la existencia de
una población de tan extraordinaria importancia como lo fue aquella, según la
Historia y cuya situación exacta se ha perdido en la noche de los tiempos.
El célebre historiador español
Amador de los Ríos, escribe a este
particular: «En el término de Trigueros, hubo en la antigüedad muchas pequeñas
poblaciones, de las que se han extraído antigüedades romanas y árabes. Entre
las primeras reliquias de la primera edad, allí descubiertas, como las más
importantes de toda la comarca, es, ciertamente, un hermoso puteal de mármol
blanco, que de tiempo inmemorial existía en la plaza del Carmen, de dicha
villa, delante del convento de Carmelitas Calzados, sirviendo de baso a una columna
mal formada de mampostería, que tenia encima una cruz de madera toscamente
labrada». Tanto Rodrigo Caro,
como Miguel Ignacio Pérez Quintero, al hablar de este monumento estiman que
hubo de ser «pedestal de alguna estatua, al parecer de Baco, o de otra falsa
divinidad pagana».
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Puteal |
Es de hermoso mármol blanco, no
propio de la provincia, y de figura, cilíndrica; mide algo más de una vara de
alto y otra de diámetro, y por bajo de la moldura en que por su parte superior
remata, se desarrolla en relieve, harto deteriorado por desventura; la
decoración, constituida por cuatro genios desnudos que soportan gruesas guirnaldas
de hojas de laurel, cogidas a intervalos regulares por una cinta que se enrosca
en la» referida guirnalda, mientras que en la parte inferior destacan asimismo
de resalto los cuatro signos zodiacales, Aries, Capricornio, Sagitario y Leo.
Sobre la zona media en que destacan los genios, se halla la siguiente
inscripción trazada en dos líneas y cuyo principio señala un espacio colocado después
de la palabra: A. V. G.: C. Sempronius.
Cal. Próculus. Servillanus Et C. Sempronius C. T. Gal. Servillanus. D. Donum.
A. V. G. (Semproni.)
Bien por la singularidad del objeto
por las indicaciones sin duda de algunos de los que habían hasta entonces examinado
el puteal, en 1829, el alcalde mayor de aquella villa, don Isidoro Benito
Aguado, movido por la belleza que aún conserva el monumento, a pesar de lo
maltratado que se halla por las injurias del tiempo y de la ignorancia, y
queriendo precaver su total destrucción, trató de colocarlo en las Casas
Consistoriales y con este motivo se descubrió que era hueco, con indicios de
haber servido de brocal, por las rozaduras del borde, enviando a la Academia de
la Historia un dibujo hecho con la mayor prolijidad, y discurriendo sobre su
inscripción y sus adornos, por el laurel y los signos del Zodíaco, sospecha, no
sin verosimilitud, que estuvo dedicado al Sol este monumento. En 1844 fue
trasladado al Palacio de la Diputación Provincial de Huelva, y mas tarde al
Museo de Sevilla, en el que actualmente se encuentra.
Entre las ruinas de castillo que
fue del duque de Medina Sidonia y conde de Niebla, a quien pertenecía el
señorío de esta villa, se encontró una lápida sepulcral de los últimos tiempos
de imperio romano, con cinco líneas en la siguiente inscripción:
«Britto. An (Morum)
XXXXV
Siquis. Es.
Proeteria (M) S. Lege
Sit.
Tibi, Ter, (R) Levis»
Además de estos monumentos y
otros que han desaparecido, se descubrió también en las cercanías del pueblo,
un hermoso mosaico romano de mármol blanco y negro, desconociéndose el sitio en
que fuera a parar; y en el año 1825, una ollita de barro con cien monedas de
plata de la época romana, que se remitieron a la Intendencia de la provincia.
Lo único que hoy se conserva es
un hermoso abrevadero público, obra de los romanos, conocido como «Pilar de la
media legua» situado en
el camino real de Sevilla a Portugal, a unos dos kilómetros de Trigueros. Es
tan abundante su caudal de agua, que ni en los mayores estiajes se ha conocido
cortado el chorro que constantemente corre por la superficie.
Hay a corta distancia del
abrevadero una zona que se llama “La Matanza”, y que según reza la tradición,
tomó ese nombre por haber sido allí
precisamente donde fueron alcanzados y diezmados por los partidarios de don
Pedro I de Castilla, los nobles sevillanos que se habían sublevado contra el
rey, y huían con dirección a Portugal.
Como cosa curiosa e importante,
relacionada con los antiguos monumentos, y aunque estas mal pergeñadas notas resulten largas y
pesadas, voy a copiar parte de un escrito que el 22 de marzo de 1926 elevo el
alcalde de esta población, por acuerdo del Ayuntamiento pleno, al excelentísimo
señor presidente del Consejo de ministros –que lo era entonces el general Primo
de Rivera, de feliz recordación- , pidiendo una gran cruz o título nobiliario,
como recompensa, para el descubridor del raro monumento, que se bautizó con su
nombre, y que gracias a él pudo, no solo descubrirse, sino legarse a la
posteridad en condiciones de que jamás desaparezca. Dice así: «Enclavada en el
término municipal de este pueblo que se encuentra en el límite oriental de la
provincia de Huelva; hallase una finca conocida por «La Lobita», propiedad del
ilustrísimo señor don Armando de Soto Morillas. En el subsuelo, bajo la rojiza
tierra, miles y miles de años ha permanecido oculta una joya de inapreciable
valor histórico. Un dolmen gigantesco, el mayor en su género descubierto hasta
ahora; mausoleo importantísimo –al decir de los arqueólogos-, representante de
altísimo valor de la civilización llamada de los «dólmenes», que comienza al
final del periodo neolítico y alcanza su fase culminante durante la Edad del
Cobre -3.000 años antes de J.C.- y subsiste aún en algunas regiones, como en el
Norte de África y en la Europa septentrional, a principios de la Edad del
Bronce. Débese el descubrimiento de tan grande hipogeo, al mismo señor de Soto,
que un día del año 1923 –año que coincide con uno de los mas grandes y
memorables acontecimientos políticos que registra la Historia de España y en
cuyas páginas quedará gravado con letras de oro-, llego a sus manos una copia
de una diligencia de deslinde practicada por este Ayuntamiento precisamente un
siglo antes, ya que fue en 1823 y casualmente encontrada en el Archivo
municipal. ¡Bendita casualidad!, que dio la iniciativa a aquel hombre
benemérito, que, alentado por la fe que el Hacedor Supremo infunde a los
descubridores trabajó un día y otro día sin cesar, poniendo a contribución sus
vitales energías y su fortuna para legar a la posteridad, como lo ha hecho, un
monumento de tan extraordinaria importancia, cual consideran los técnicos en la
materia; al dolmen, bautizado con el nombre de «Soto», su descubridor; nombre
que quedará para siempre ligado a uno de los mas resonantes descubrimientos
arqueológicos registrados en España durante los últimos lustros, según declara
el sabio arqueólogo alemán don Hugo Obermaie, en el folleto descriptivo
publicado en el año 1924; agregando que «los visitantes del mausoleo del cerro
de Zancarrón, tan dignamente conservado por don Armando de Soto, estudiarán con
onda emoción los extraños gravados de aquellos megalitos que les hablan de
mortales desaparecidos hace 5.000 años, de comunidad, de cultura o de
uniformidad de creencias misteriosas, desde el Mediterráneo hasta la Bretaña francesa
y la Isla de Irlanda»
Algo no desconocido para la gente
debía existir en el lugar del descubriendo, cuando en la diligencia del
deslinde a que nos hemos referido, extendida el 8 de enero de 1823, hay un
párrafo que, literalmente copiado dice así: “Primeramente, al sitio de Sancarrón, está y quedo un abrevadero marcado
y deslindado del demás campo, su figura es un cuadrado tiene cuatrocientas ocho
varas de base, otras tantas de altura, su base es concaba combesa, ocupa
treinta fanegas de tierra coge la casa de Barriga Berde en medio, linda por el
Lebante con el arroyo de Candón, por el Poniente con el cabesillo de Zancarrón
donde está enterrado Moamah ben-Muza , a quien se debe la primera obra
Algebraica pués la publicó en el Siglo octavo que contiene las soluciones de la
Ecuaciones del Segundo grado…”
Con tales antecedentes, el señor
de Soto dispuso hacer las excavaciones que se realizaron para hallar ese
enterramiento, tropezándose con el “dolmen” descubierto. . Nosotros nos
inclinamos a creer, por ser lo mas verosímil , que en ese dolmen recibiera
sepultura aquel sabio que adoptara nombre de moro, pero que según algunos
historiadores, era un cristiano renegado, razón por la cual no pudo
enterrársele en Niebla, de acuerdo con la religión mahometana, eligiéndose
aquel otro lugar, y el mausoleo existente, para guardar eternamente los restos
mortales del que por razón de creencia no podía reposar dentro del recinto amurallado
de dicha ciudad musulmana, pero que tampoco había de tratársele como a un
humilde “rumí”, sino con los honores y consideraciones debidas a personalidad
tan destacada.
Perteneció Trigueros al Condado
de Niebla, estando bajo su jurisdicción hasta el año 1678, en que se le eximió
de la misma, por Real Provisión de S. M. don Carlos II; delimitándose su
término con los de Beas y San Juan del Puerto. El escudo de la villa está formado
por cuarteladas, en las cuales figuran tierras sembradas y barbecho, un manojo
de espigas de trigo y un olivo. Lo rodea una orla de castillos y leones entre
dos palmas enlazadas, y lo remata una corona condal.
Es un pueblo moderno, sano y
limpio. Sus calles son amplias y bien urbanizadas; tiene una extensa red de
alcantarillado, tres hermosas plazas y gran número de edificios particulares,
que nada tienen que envidiar a los de otras poblaciones más importantes.
Entre los edificios públicos, se
encuentra la Casa Consistorial, de una solidez extraordinaria, de bello aspecto
interior y exterior y bien acondicionado. Este edificio que entre los siglos
XVIII y XIX, estuvo destinado a panaderas del Pósito, en el año 1808 y
posteriores de la invasión francesa, contenía 20.000 fanegas de trigo.
Las escuelas nacionales de niños
y niñas, construidas a expensas del Excmo. Sr. D. Luís María Toscazo y Montiel,
sobre el solar del que fue hospital de Santa Brígida –imagen ésta que se
conserva en el convento del Carmen- y otros edificios que se adquirieron y
derribaron con tal objeto. Aneja al mismo está la capilla del Patrón, San
Antonio Abad, tan venerado por los hijos de este pueblo.
La Misericordia es una pequeña iglesia
de escaso valor arquitectónico pero rica en historia. Fue inclusa, y en el
torno que existía en el compás, se depositaban a los niños abandonados por sus
padres y allí se criaban, con las rentas que poseyó hasta que se promulgó la
Ley de Desamortización, desapareciendo entonces aquella Casa-cuna, por no poder
ya subsistir.
Se veneran en dicha iglesia tres
imágenes de gran mérito artístico: Nuestra Señora de los Dolores, Cristo
yacente, en una urna de extraordinario valor, y Santa Catalina.
Convento del Carmen. Aquí estuvo
establecida durante muchos años, una comunidad de “carmelitas descalzos”. Esta
iglesia no es muy antigua; está bien cuidada y atendida por la Hermandad del
Carmen que en ella radica. En lo que fue convento-residencia de dicha
comunidad, se realizan importantísimas obras de reforma y adaptación del
edificio, adquirido por doña Salud Berges Vides, y a sus expensas, para Colegio
de Carmelitas descalzas Misioneras.
Iglesia parroquial. Es un hermoso
edificio de tres naves y varias capillas adosadas a ambos laterales. De gran
valor arquitectónico. Según opinión de algunos técnicos, su construcción debe
datar de los siglos XIII-XIV y parece ser que perteneció a la Orden de los
Templarios, a juzgar por un adorno que existe en el arranque de uno de los
arcos de la nave central con la lateral izquierda, consistente en dos
herraduras enlazadas, que era, según dicen, el emblema de dicha Orden
religiosa-militar. La totalidad del edificio se halla cubierto por azotea de
ladrillo, de magnifico aspecto y solidez.
Su esbelta torre, fachada y coro,
no corresponden al mismo orden arquitectónico del resto del edificio, pues el
terremoto de Lisboa, ocurrido el día 1º de noviembre de 1755 derribó los cuatro
torreones que tenía y la primitiva fachada; siendo ésta sustituida por la
actual, y aquellos por una sola torre de dos cuerpos con balcones y aguja de
azulejos. Las obras fueron realizadas por el maestro alarife don Juan Cuadri,
-fundador de la familia que lleva este apellido, por haber contraído aquí
matrimonio-, bajo la dirección del arquitecto don Tomás Botani, ambos venidos
expresamente de Italia.
En la iglesia hay algunas
esculturas de relativo mérito. La imagen de Patrón San Antonio Abad, que ocupa
el altar mayor; el milagroso Cristo de los Remedios, encontrado en una
catacumba de Roma y traído a Trigueros con autorización del Sumo Pontífice, por
un militar de alta graduación apellidado Araujo Villaseñor, cuando nuestra
guerra con Italia. Debe estar siempre cubierto por un velo de terciopelo rojo,
que no puede descorrerse más que en los viernes de marzo, mientras se canta el
Miserere, y si que pueda sacarse a la calle en procesión que no sea de
prerrogativas.
La otra imagen a la que nos
referimos e la de Nuestra Señora de la Asunción, escultura bellísima, por cuya
procesión se entabló hace muchísimos años una verdadera batalla campal, a
pedrada, entre un grupo de vecinos de cierto pueblo no muy distante y los de
Trigueros, consiguiéndose que se quedara aquí para siempre, como correspondía
por derecho propio.
Hubo además en trigueros con
anterioridad al citado terremoto –que la destruyó en gran parte-, una iglesia y
colegio de la Compañía de Jesús. Este hermoso edificio, que se encuentra en relativo
buen estado, es de la propiedad de la señora doña Elvira Sánchez Infante. Lo
único procedente de aquella iglesia que se conserva, son la imágenes de San
Ignacio de Loyola y San Francisco Javier, en la Misericordia, y la antigua
maquinaria de bronce que activa el reloj instalado en la torre de la iglesia
parroquial.
Quiero dar algunas noticias sobre
el terremoto de Lisboa, que tantos estragos causó en este pueblo, porque
seguramente las ignora la inmensa mayoría de mis convecinos.
Comenzó el seísmo a las diez de
la mañana del día 1º de noviembre de 1755. Había entonces en Trigueros, 666
casas, de la que únicamente quedaron habitables 79; inhabitables 587. Entre las
ruinas desaparecieron 2.796 fanegas de todas clases de granos y muchas arrobas
de vino.
Estos antecedentes, con todo
género de detalles, constan en un acta levantada para apreciar los daños, en la
cual hay dos párrafos finales que dicen textualmente: “Las dos familias regulares sin clausura donde acogerse, ni campana ni
reloj para gobernarse y el pueblo sin Iglesia donde decir Misa y celebrar los
Oficios Divinos. Se halla la villa sin Escuela ni Estudios para Doctrina de los
párvulos además de los muertos y heridos a impulsos de las ruinas”; y
termina de esta forma : “Trigueros el
Destruido, noviembre de 1755” .
Es curioso, pero que por su mucha
extensión no transcribo, el voto perpetuo que hizo este Ayuntamiento ante los
Santos Evangelios sostenidos por el Rvdo. P. Rector del Colegio de los
Jesuitas, en la Misa celebrada el domingo 4 de enero de 1756, el cual se
encabeza así: “Solemne voto prometido por
el Cabildo, Justicia y Regimiento de la villa de Trigueros, en honor del
glorioso Señor San Francisco de Borja, para que la Divina Majestad se digne por
su intercesión conceder la felicidad y los buenos temporales…” Este voto debía renovarse anualmente el día
10 de octubre en la Iglesia y Colegio de la Compañía de Jesús; pero con la
desaparición de una y otro, no sabemos que se haya cumplido jamás.
Hijos ilustres de Trigueros: Pedro Caro, a quien se debe su
fundación, según ciertos historiadores, que se aseguran ser que este
pueblo tuvo su origen en el llamado “Cortijo
de Pedro Caro”, situado en las
inmediaciones de la ribera de lo Anicoba.
General Juan Garrido, el cual se distinguió bastante en su carrera
de armas, llegando a ser con el grado de teniente general de Trapani (Sicilia)
Fray José Antonio Pascual de Mora Márquez, curso estudios
teológicos, ingresando más tarde comendador en la Orden de la Merced descalza de
la que fue comendador o prior en el convento de Huelva, y elegido por sus
propios merecimientos, Provincial de la misma Orden. Tubo fama de erudito y de
orador cultísimo. De extraordinaria elocuencia y debido a sus notabilísimos
sermones, se le conocía con el nombre de “Padre, pico de plata”.
Fray Juan Peguero, religioso dominico que fue Obispo de Indias.
Jorge González, acompañó o Cristóbal Colón en su primer viaje
descubridor, y fue muerto por los indios en lo isla “La Española”, con otros
treinta españoles que fueron dejados en lo misma con propósitos colonizadores.
Miguel Ignacio Pérez Quintero. Fue catedrático por oposición de la
villa de Huelva; perteneció a la Academia de Buenas Letras, de Sevilla, y fue
académico de número en la Económica de
la misma ciudad, de la de Madrid y de la Real de la Historia. Gran amigo
de Jovellanos, publicó varios libros y entre ellos, "La Beturia
Víndicada", que le dio celebridad.
Don Fernando Belmonte Clemente, eminente jurisconsulto de una vasta
cultura y gran conocedor de las artes y de las ciencias, versadísimo en todas
las ramas del saber humano, de cuyas
disciplinas dejó eficaz constancia en el Archivo General de Indias de Sevilla,
del que estuvo bastante tiempo encargado.
Don Luís María Toscano Montiel, fue diputado a Cortes en los
Constituyentes del 69; y en su testamento legó al pueblo un edificio para
escuela nacional de niños y niñas, que en su época fue de lo mejor que se
conocía en este género de construcciones.
Antonio Jerez Fernández, General de Brigada de muy brillante
ejecutoria, hizo la carrera militar con notable aprovechamiento y apenas salido
de la academia con el grado de alférez,
tomó parte en las guerras carlistas, distinguiéndose grandemente por su
bizarría en Estella. Se distinguió igualmente en nuestras guerras coloniales
ascendiendo a coronel y siendo destinado a mandar al regimiento de Infantería de
Soria, de la guarnición de Sevilla. Adquirió la oficialidad del Cuerpo por
suscripción, y le regaló, el valioso bastón de mando que usaba el cabecilla
Macho, muerto en 1896 en el combate desarrollado en Punta la Brava (Cuba).
Alcanzó el empleo de general de brigada, falleciendo en Sevilla poco tiempo
después.
Horacio Sánchez. Revista de San Antonio Abad de 1944