Trigueros

jueves, 5 de junio de 2014

1812: Trigueros jura «La Pepa».

EI alzamiento popular que, el 2 de Mayo de 1808, protagonizaron los madrileños contra las tropas francesas que habían invadido a España dio comienzo a la Guerra de la Independencia que, durante seis años, llenaría a nuestra nación de calamidades y desgracias de todo tipo.
Napoleón Bonaparte, autocoronado Emperador de Francia, nombró como Rey de España a Su hermano José I (el «Pepe Botella» de las Coplas populares) mientras los patriotas españoles, que no aceptaban el dominio del francés intruso, designaban en Aranjuez a una Junta Central que se encargase del gobierno de la nación mientras durase el Secuestro en Francia de su legítimo Rey Fernando Vll, Junta que pronto Se vio obligada a trasladarse a Sevilla desde donde, lejos de los invasores, dictaba sus decretos a las zonas libres de la ocupación francesa.
Casi dos años después len Enero de 1810) el ejército napoleónico, mandado por el Rey José l en persona, invadió por segunda vez Andalucía de donde había sido expulsado en Julio de 1808 tras la derrota de BaiIén y el uno de Febrero el Mariscal Victor se apoderó de Sevilla, poniendo nuevamente en fuga a la Junta Central que se refugió tras las murallas de Cádiz, único lugar del suelo patrio que jamás fue pisado por los invasores y que desempeñaría tan importante papel en nuestra historia contemporánea.
Ante la proximidad del ejército francés el Condado de Niebla fue abandonado por las tropas españolas, que se replegaron hacia Cádiz para protegerla, siendo ocupado rápidamente por los franceses que situaron guarniciones en su capital, San Juan del Puerto, Huelva y Moguer con el fin de defender el estuario de los ríos Tinto y Odiel y evitar posibles ataques fluviales por parte del ejército español.
Los pueblos de la comarca onubense, carentes de defensas y de protección militar, ante su incapacidad para oponerse a los invasores tuvieron que someterse a su autoridad, colaborando con ellos, a su pesar, y suministrándoles los recursos que quisieron exigirles que, generalmente, excedían de sus posibilidades.
Trigueros no fue una excepción y en los dos años largos que los franceses ocuparon Andalucía tuvo que facilitar a las tropas napoleonicas suministros por un importe de 2.772.591 reales de vellón, que unidos a los efectuados a los ejércitos españoles (que ascendieron a 968.184 reales de vellón) dejaron la economía de sus vecinos tan maltrecha como es de suponer. Por otra parte, el nombramiento de sus autoridades estaba sometido a la aprobación del Comisario Regio General de las Andalucias, con sede en Sevilla y nombrado por el Rey Intruso José I. El Conde de Montarco, que desempeñaba este cargo en 1812, dio su conformidad para el siguiente Ayuntamiento que en este año regiría la administración municipal Triguereña:

Alcaldes: D. Joaquín García López y D. José Montiel
Regidores: D. Bartolomé Pérez, D, Manuel Barrera, D. Ignacio del Álamo, D. Manuel Fernández, D. Francisco Peguero y D. Juan Robles
Procurador Síndico: D. Antonio Ramos.
Alguacil Mayor: D. Diego García.

Mientras tanto en las ciudades de Cádiz y de Isla de León (llamada hoy San Fernando), donde residía el Gobierno nacional, se reunieron las Cortes convocadas por el Consejo de Regencia que había sustituido a la Junta Central y redactaron la primera Constitución Española que, por haberse promulgado el 19 de Marzo de 1812, festividad de San José, fue bautizada por el pueblo gaditano, tan dado a chirigotas incluso en aquellos dramáticos tiempos, con el nombre de «La Pepa». Decir entonces «Viva la Pepa» no tenía el significado de atribución de irresponsabilidad y despreocupación que la expresión tiene en nuestros días. Significaba, lisa y llanamente, vitorear a la Constitución. A partir de entonces en la España no sometida a José l y que añoraba la vuelta al trono de Fernando VII, «el deseado», todas las autoridades pasaron a ser ·«constitucionales», previo juramento del Código gaditano, requisito imprescindible para tomar posesión de cualquier Cargo.
Pero la buena estrella que siempre había acompañado a las tropas de Napoleón a través de Europa comenzó a declinar en España, precisamente en este año de 1812. El ejército español, aliado con el de ingleses y portugueses bajo el mando supremo de Lord Wellington, conseguía victoria tras victoria sobre los soldados que estaban acostumbrados a humillar a Europa entera. La derrota de Arapiles (22 de Junio), el abandono de Valladolid (30 de Julio) y la conquista de Madrid (12 de Agosto), precipitaron la evacuación de Andalucía por los franceses.
El 11 de Agosto un ejército español, procedente de Cádiz, que mandaba el General Cruz Mourgeon, desembarco en las playas de Mazagón y, ante su presencia, los destacamentos franceses de la zona se replegaron hacia Niebla. Un Segundo desembarco aliado, esta vez en Huelva, el día 15 del mismo mes, puso a los invasores en franca retirada hacia Sevilla abandonando la capital del Condado, no sin antes volar su imponente castillo. La tierra onubense quedó así definitivamente libre de franceses, quienes el día 25 levantaron el sitio de Cádiz y, ante el avance de las tropas del General Cruz unidas a las del inglés Skerret, evacuaron también la capital hispalense el 27 de Agosto, no sin que su retaguardia, que se retrasó, fuese batida por los aliados en el barrio de Triana el día 28.
La noticia de la liberación de Sevilla corrió como la pólvora por los territorios que habían sufrido las vejaciones del enemigo y el Ayuntamiento de Trigueros se apresuró a convocar una sesión para el día 30 de Agosto, en la que la Corporación juró la Constitución como Ley fundamental de la Monarquía Española, acordando que el día 2 de Septiembre se hiciera solemne publicación de ella en la Plaza de la Iglesia de San Antonio Abad para conocimiento del vecindario, al que se convocó mediante edictos, e invitando al acto a los eclesiásticos regulares y seculares de la villa y «a todos los vecinos más visibles de ella» (quiere decir los mas principales) para que se presentasen a el «en el traje más desente que puedan y con objeto de que todos los corazones que tan oprimidos han estado se ensanchen», permitiéndose que durante los días uno y dos hubiera iluminación completa (en las noches de luna era costumbre suprimir la iluminación para ahorrar aceite) y que «desde el día tres hasta el siete inclusive Se hagan regocijos de novillos y otros de pura y desente diversión, bajo el mejor orden, prohibiéndose la embriaguez y desenvoltura escandalosa».
El Escribano Público de Trigueros D. Isidoro Gómez Rodríguez, que durante muchos años fue Secretario de su Ayuntamiento, nos ha dejado un testimonio, fechado  el 10 de Septiembre de ese glorioso año de 1812, en el que, con minuciosidad periodística, relata los actos que se desarrollaron en los comienzos de aquel mes en que el pueblo triguereño tuvo ocasión de conocer la Ley básica de la España libre. Por él Sabemos que el día uno de Septiembre se construyó en la Plaza de la Iglesia una tribuna sostenida en ocho arcos, colgada y adornada convenientemente, colocándose en su centro, bajo un dosel, un retrato de Fernando VII cubierto con un velo y se invitó al vecindario para que hiciera las mayores demostraciones de alegría, por la que debía reinar en los corazones de todos al ver y participar en el acto más grande de la Nación. Por Ia noche se iluminó todo el pueblo, las azoteas y la torre de la iglesia, repicando todas las campanas de ella y las de las ermitas de la villa y Convento del Carmen, acompañando al repique salvas de fusilería de la tropa que, ocasionalmente, se encontraba en Trigueros.
En la tarde del día dos el Ayuntamiento, acompañado por sus invitados, se trasladó desde las Casas Capitulares hasta la Plaza de la Iglesia, abarrotada por el gentío, y en cuya tribuna, a la que daban guardia los soldados, se había colocado una mesa delante del retrato del Rey y, sobre ella, un ejemplar de la Constitución.
Comenzó el acto cívico con el descubrimiento de la efigie de Fernando VII en medio de un repique general de campanas, orquesta de música, salvas de los fusiles y vítores de los asistentes. El Alcalde primero D. Joaquín García López, haciendo el debido acatamiento al retrato del Soberano, entregó la Constitución al Secretario del Ayuntamiento que, en medio del silencio general, comenzó pausadamente su lectura en la que hizo tres descansos, que se aprovecharon para repartir dulces y monedas a los asistentes y para repetir los repiques de campanas, música, salvas de fusilería y aclamaciones populares. Terminó el acto con idénticas muestras de júbilo, devolviendo el citado Alcalde el Código gaditano a su mesa y corriendo el velo que cubría el retrato del Rey.
Los días siguientes se dedicaron a regocijos públicos de novillos y otros festejos y el día ocho, desde el alba, comenzaron a repicar las campanas de la villa anunciando la función religiosa que en esa mañana se celebró en la Iglesia Parroquial de San Antonio Abad, en la que nuevamente se dio lectura a la Constitución, se celebró misa, se renovó el juramento constitucional y, finalmente, se canto un solemne Te Deum. Asistió a estos actos el Ayuntamiento con sus invitados y todos ellos fueron recibidos a las puertas del templo por el Cura Párroco Don Alejandro Villar y Rojas, Vicario Eclesiástico y Examinador Sinodal del Arzobispado de Sevilla, que les ofreció el agua bendita, y al que acompañaban los clérigos de la villa.
El Ayuntamiento de Trigueros, creyéndose ya limpio de la mancha de afrancesamiento con su adhesión a la Constitución gaditana, recibió el 24 de Septiembre como Juez de Primera Instancia (Trigueros era entonces cabeza de partido judicial) al Licenciado Don Joaquín Avendaño y Santiago, nombrado para tal cargo por el Jefe Político de Sevilla, a quien el Alcalde Don Joaquín García López entregó la vara que era insignia de su jurisdicción. Cuatro días más tarde el Juez convocó a la Corporación municipal y, en aplicación de un Decreto de 11 de Agosto anterior, la destituyó por haber recibido sus Cargos del Gobierno intruso, decisión que los munícipes acataron con resignación, devolviendo sus varas los dos Alcaldes.
Rápidamente se nombró otro Ayuntamiento «constitucional» formado por el médico Don José Clemente Ruiz como Alcalde, y cuyos regidores eran D. José María García, D. Pedro Ruiz, D. José Garrido, D. José Cantalapiedra, D. Francisco Márquez y Don Sebastián García, manteniéndose como Procurador Síndico a D. Antonio Ramos, que era Catedrático de Latinidad y, posiblemente, una de las personas más relevantes de la villa.
Estos inapreciables documentos guardados en el Archivo Municipal de Trigueros (el acta Capitular del 30 de Agosto y el testimonio del 10 de Septiembre) han permitido conservar para la posteridad la memoria de un importante acontecimiento de la historia local que, sin ellos, habría caído en el olvido una vez desaparecidas las personas que participaron en él. Pero tienen también un grandísimo interés para la historia de una tradicional diversión triguereña, cuyo comienzo podría haber tenido lugar en este año de 1812. Me refiero a la suelta de vaquilla que se celebra en los primeros días de Septiembre «desde tiempo inmemorial», como rezan los programas que anualmente anuncian los festejos.
Mientras no se descubra otra fecha anterior que permita situar a las típicas capeas en más lejanos años, ese «tiempo inmemorial» tiene un origen muy concreto: Septiembre de 1812, en el que los triguereños, libres ya de la opresión francesa, tuvieron ocasión de conocer, de jurar y de vitorear a «La Pepa».

ALFONSO ARTEHO HURTADO

Revista de San Antonio Abad. 1992

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